de repente me sentí una niña, jugando con palabras complicadas para decir cosas estrafalarias, tratando de decir lo indecible, tratando de hablar de cosas que no comprendo.
y sentí el escozor ese. ese repiqueteo de incomodidad.
-suena bandoneón arrabalero y el Zorzal me acompaña en este sábado gris-
y después de un rato considero que tengo que dejar de escribir, por un tiempo, al menos.
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